Reseña de “La sociedad paliativa” de Byung-Chul Han

Por Gricel Labbé Céspedes

Esta última entrega de Han, nos muestra cómo en la sociedad actual el dolor ha sido vetado, despolitizado e instrumentalizado para convertir al hombre en un sujeto ad-hoc de la sociedad del rendimiento.
Las redes sociales han contribuido a la sociedad paliativa, ya que muestran un contenido pulido, sin aristas y liso, carente de cualquier conflicto o situación dolorosa. Los “likes” o “me gusta” son el analgésico del presente.
El dolor se reduce exclusivamente a algo médico, el sujeto busca la autorrealización a través de la designación “sé feliz” y para ello se explota a sí mismo, esto ha generado la pandemia de depresión de nuestra sociedad actual. El dolor se despolitiza cuando solo buscamos mejorar estados anímicos a través de tratamientos sicológicos pero no solucionar los desajustes socioeconómicos.
Bajo este contexto, el autor nos invita a viajar sobre 11 capítulos, pasando desde las redes sociales, los deportes extremos, el virus, hasta el Estado que pasará de uno Liberal a uno de vigilancia biopolítico.

Capítulo 1

Algofobia

En este primer apartado Han nos plantea que el miedo existente al dolor o “algofobia”en las sociedades actuales, nos conlleva a buscar una anestesia permanentemente. La algofobia permea a todos las relaciones desde las amorosas, sociales e incluso la política.
En política por ejemplo, ya no se discute por mejores argumentos y proyectos, simplemente las partes ceden y por lo tanto, no logran transformaciones profundas. Para Han, esto ha generado el asentamiento de lo que él denomina posdemocracia o democracia paliativa, que mantiene los desajustes del modelo capitalista.
A nivel personal, y haciendo alusión a las reflexiones de su ensayo la sociedad de la transparencia, el autor plantea que el dolor es negatividad y por ende opuesto al positivismo que impera en la actual sociedad. El positivismo busca por sobre todo el bienestar y el optimismo, bloqueando cualquier tipo de pensamientos negativos, este positivismo está alineado con el modelo neoliberal. “La ideología neoliberal de la resiliencia toma las experiencias traumáticas como catalizadores para incrementar el rendimiento” (p.13).
Así la sociedad paliativa es un sociedad del “me gusta”, el cual se utiliza como una analgésico, dominando todos los ámbitos de la sociedad. Todo contenido que es subido a redes sociales se alisa y pule, incluyendo los conflictos o contradicciones, ya que no se puede mostrar dolor.

Capítulo 2

La obligación de ser feliz

/sé>Han nos recuerda que el dolor está constantemente relacionado con el poder. Citando a Foucault plantea que en la sociedad disciplinaria el dolor tiene un rol protagónico, transformando al hombre en medio de producción a través de espacios disciplinarios como escuelas, cárceles y cualquier tipo de institución total.
El cuerpo disciplinado está curtido y busca el endurecimiento. A diferencia del cuerpo hedonista de nuestra sociedad actual, que está completamente ajeno al dolor.

“A diferencia del cuerpo disciplinado, el cuerpo hedonista, que se gusta y se disfruta a sí mismo sin orientarse de ninguna manera a un fin superior, desarrolla una postura de rechazo hacia el dolor. Le parece que el dolor carece por completo de sentido de utilidad” ( p.22).

Sin embargo, en la sociedad actual, en donde no tiene cabida el dolor, los espacios disciplinarios son zonas de bienestar que deben generar motivación, automatización y autorrealización. Así el dolor se despolitiza y se reduce a un asunto exclusivamente médico.
La nueva forma de dominación es “Sé feliz” (Han, 2021, p.23). El sujeto ni siquiera es consciente de su sometimiento, como dice Han (2021), “se explota así mismo creyendo que se está realizando” (p.23). En el régimen neoliberal el poder es elegante, a diferencia de la sociedad disciplinaria, el poder no duele y es invisible ya que se hace pasar por libertad. Así el imperativo de la felicidad es un asunto sicológico, en lugar de poner atención a las desigualdades estructurales que nos llevan a ser infelices.
El dolor refleja los desajustes socioeconómicos, pero en la sociedad paliativa se prescribe analgésicos de forma masiva para ocultar situaciones sociales que originan el dolor. Así la felicidad no es más que una suma de sensaciones positivas que aumentan el rendimiento. Pero para Han esto no es felicidad, citando a filósofos como Nietzsche que plantean que la felicidad está íntimamente ligada al dolor, siendo necesario experimentar uno para sentir el otro, eso por este motivo que no se puede llamar felicidad a lo que nos lleva la sociedad paliativa.

Capítulo 3

Supervivencia

Han parte este capítulo con la frase:

“El virus es el espejo de nuestra sociedad. Refleja la sociedad en que vivimos” (p.29)

La frase refiere a la reacción que han tenido las sociedades frente a la pandemia ocasionada por el COVID-19, específicamente a la absolutización de la supervivencia por sobre las otras cosas. Dicha pandemia vuelve a poner sobre la palestra a la muerte y el dolor, cosas que la sociedad paliativa había ocultado y desterrado.
Un término intersante que emplea Han a lo largo del capítulo es el del <>, para hacer referencia que el disfrute o cualquier otro sentido que se le otorgaba a la vida se sacrifica en función de la supervivencia.

Han nos muestra cómo la histeria por sobrevivir hace que la vida se reduzca a un proceso biológico, carente de sentido, que hay que optimizar a través de la tecnología ya sean aplicaciones de salud o el deporte digital. Haciendo un guiño a su anterior ensayo “la desaparición de los rituales”, Han evidencia que desvanecen símbolos, narrativas o rituales, que hacían que la vida fuera más que la supervivencia, como el culto a los antepasados o los funerales.
El virus genera lo que Han llama “crisis inmunológica”, sumiendo a la sociedad en un estado de shock, cuya respuesta es cerrarse, ya sea a través de las fronteras o el aislamiento individual. La pandemia nos transforma a todos/as en potenciales terroristas al portar en nuestros cuerpos el arma o el virus, lo que hace que nos sometamos a incómodas medidas de seguridad en busca de dicha arma (Figura 3).

Capítulo 4

Sinsentido del dolor

En este capítulo se plantea que el dolor es percibido como algo carente de sentido, no se profundiza en una relación con el dolor, se busca su superación inmediatamente con analgésicos. Anteriormente el dolor tenía un significado, así para el cristianismo el dolor acercaba el hombre a Dios. La carencia de sentido del dolor solo es posible en un vida también sin sentido, que se ha reducido a una pura supervivencia.
Citando a W. Benjamín quién plantea que desde la narración; de un doctor, de la madre, o de un chamán, comienza la sanación, pero que no es posible en la época post narrativa (haciendo un guiño también a otro de sus ensayos) en donde la narración se ha perdido.
En vista de lo anterior Han plantea la existencia de una hipersensibilidad al dolor, es decir que a pesar de que tenemos menos dolores somos más sensibles a ellos, incluso inducimos dolores. Para explicar este fenómeno, Han toma el síndorme de la princesa y el guisante (Figura 4). La imagen es una interpretación que muestra una mujer la cual no puede dormir porque un guisante en la cama le genera incomodidad y por ende utiliza más y más colchones para no sentirlo. La paradoja de este síndrome está en que se sufre más por menos, haciendo que dolores insignificantes se tornen insoportables.

Capítulo 5

La astucia del dolor

Para Han el dolor no desaparece, solo cambia su forma de manifestarse y ahí está la astucia que encabeza este capítulo.
Para profundizar en este pensamiento el autor toma la fábula de Simbad el Marino, quien tomó la espalda de un enorme pez como tierra firme. Con esto Han plantea que la sensación de seguridad que tenemos se debe a que hemos relegado al dolor, pero sigue estando ahí al asecho, al igual que el pez, que en cualquier momento puede despertar (Figura 5).

Así la astucia del dolor, corresponde a que este es capaz de filtrarse a pesar de todas las precauciones, para llenar la vida por completo. Por lo tanto, es imposible expulsar al dolor, pues el dolor no disminuye a pesar de los avances, sino que de manera atenuada se esparce.
Finalmente, en este capitulo Han profundiza sobre la pandemia de dolores crónicos que experimentan los individuos, planteando que se debe a la dominación del narcisismo y el egoísmo, y su consecuente efecto de soledad y aislamiento, cual estaría actuando como un amplificador de los dolores.

“Quizás los dolores crónicos sean también, igual que aquellos cortes autoinflingidos, un grito del cuerpo pidiendo cariño y cercanía, e incluso amor, una elocuente indicación de hoy apenas se producen contactos” (p.48).

Capítulo 6

Dolor como verdad

En este capítulo Han plantea que la sociedad paliativa es una sociedad sin verdad, falsa, o como él denomina, “un infierno de lo igual” (p.49). Esto es porque las verdades duelen y el dolor no tiene espacio en esta sociedad.
Tomando a Viktor Von Weizsäcker, se plantea que los vínculos verdaderos se rompen y duelen, como los amorosos, y sino duelen no eran verdaderos. No se puede vivir sin amor, pero ya no estamos dispuestos a ese dolor, por tanto la vida se sacrifica a cambio de lo que denomina “agradable supervivencia”.
El dolor es vínculo. Quien rechaza toda situación dolorosa es incapaz de entablar vínculos. Hoy se evitan vínculos intensos, que podrían llegar a ser dolorosos. “Todo se desarrolla en un zona paliativa de confort” (p.50).
Pero también plantea que el dolor es diferencia, sólo el dolor nos permite ser conscientes de lo que es mío y lo que no. Como también el dolor es realidad, ya que la sociedad paliativa sin dolor, es un mundo irreal. Por ello, para salir de la anestesia, se necesita “una dolorosa conmoción causada por la realidad (p.52), como un virus, un deporte extremo o conductas autolesivas

Capítulo 7

Poética del dolor

Han nos muestra el vínculo que ha existido entre grandes personajes como Kafka, Proust o Schubert y el dolor. Han los bautizó como homo doloris, quienes buscan a través del dolor, la belleza o un mundo a salvo, completamente diferente al que están viviendo, con el objetivo de apaciguarlo.
Por ende, la actual anestesia en la que vivimos los individuos de la sociedad paliativa, hace que desaparezca la poética del dolor que otrora encarnaron las grandes mentes de la cultura.

“Hoy el dolor está totalmente desconectado de la imaginación estética. Se le priva el lenguaje para reducirlo a un asunto de técnica medicinal” (p.58).

Sin duda, esto ha ha llevado a la crisis de la cultura y la literatura, principalmente de los medios de comunicación, quienes constantemente generan mucho ruido, pero es un ruido igual, donde no acontece nada distinto y el dolor no tiene cabida.

Capítulo 8

Dialéctica del dolor

“El espírtu es dolor” (p.61)

Para Han, la única forma de alcanzar una forma superior del espíritu es a través del dolor. Ya otros filósofos, como Hegel, habían observado la relación entre el dolor y el espíritu. El dolor hace que el espíritu se forme, siendo el camino de la formación dolorosa.
Traspasando dichas enseñanzas, solo el dolor es capaz de generar un cambio, pero en la sociedad paliativa, donde no hay cabida al dolor, prosigue lo igual.

“Nos enteramos de todo sin alcanzar un auténtico conocimiento. Las informaciones no conducen ni a la experiencia ni al conocimiento. Carecen de la negatividad de la transformación” (p.62).

El dolor hace que el pensar se distinga de la inteligencia artificial. Ya que el dolor hace que el pensamiento sea más profundo, pero la inteligencia artificial no experimenta el dolor, no puede pensar más profundo.
Si bien la inteligencia artificial ha evolucionado hacia el deep learning o “aprendizaje profundo”, siendo capaz de aprender lo que se le enseña, es incapaz de tener experiencias.

Capítulo 9

Ontología del dolor

En este capítulo Han reflexiona sobre la esencia del dolor. Tomando a Heidegger, este indica “Cuéntame qué es para ti el dolor y te diré quién eres” (p.68). Para Heidegger el ser es el acceso a la esencia, por ende Han se aventura a decir que ser es dolor.
El dolor vuelve al humano sensible y permite que sea consciente de su existencia, no es un estado, más bien, es la fuerza de gravedad de la existencia humana, no se puede escapar a ella.
Un ribete importante de este capítulo es el pensamiento respecto al sufrimiento ambiental. Han propone que la salvación de la tierra presupone una relación distinta, en donde debemos guardar distancia con ella.
En este capítulo citando el libro la sociedad de la transparencia Han evidencia que el orden terrenal está siendo reemplazado por lo digital, en donde no tiene cabida el dolor. Tanto el dolor como la muerte en el orden digital solo perturban.

Capítulo 10

Ética del dolor

En este capítulo nuevamente toma la sociedad disciplinaria de Foucault para evidenciar el cambio en la función de los medios totales como el cine, la televisión o la radio, ya no hay escondidas formas de disciplina, sino es el consumo. Esto convierte el matar en un asunto indoloro, es lo que Han a llamado “pornografía de la violencia”, la cual nos insensibiliza para el dolor de los demás.

“También el exceso de imágenes dolorosas y violentas en los medios de masas y en la red nos obliga a la pasividad e indiferencia del espectador callado” (p.78)

La gran cantidad de imágenes violentas que percibimos está desvinculada de la acción. Así la explicación a este fenómeno que describe Han sería que las sociedad paliativa elimina al otro como dolor, cosificándolo y reduciéndolo a un objeto.
La burbuja digital nos blinda frente al otro, al estar ebrios de ego, la angustia por el otro pasa a una angustia difusa por uno mismo.

Capítulo 11

El último hombre

El nombre del capítulo refiere tanto al último capítulo de un libro de Fukuyama como al hombre de la narrativa de Nietzsche donde el liberalismo produciría una sociedad paliativa, en la cual con un poco de “veneno” se podría alcanzar estados de bienestar.
Para Fukuyama la sociedad ha pasado de un estado de “megalothymia” o búsqueda de la superioridad, gloria honora, a la “isothymia”, que es la aspiración a la igualdad de derechos. Es decir el hedonismo ha desbancado al heroísmo.
La tesis final de este capítulo vaticina el final del liberalismo gracias a la pandemia de Covid-19, ya que para combatirla se debe centrar los esfuerzos en el individuo en una vigilancia biopolítica, lo cual es contrario al modelo.
Cada día más la vigilancia digital asume rasgos totalitarios, siendo la persona degrada a un mero conjunto de datos o métricas que monitorean todos los aspectos biológicos del ser humano. Permanentemente somos vigilados como con “la internet de las cosas” que extiende la vigilancia hacia todos los aspectos cotidianos.
Como bien ha planteado Naomi Klein, la conmoción permite establecer un nuevo sistema de gobierno, la pandemia del Covid-19 permitirá la instauración de un régimen policial biopolítico.

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