Reseña de libro “Ausencia” de Byung-Chul Han

Por Gricel Labbé Céspedes

Ausencia es un ensayo publicado originalmente en Berlín el 2007, ciudad dónde se asienta Byung-Chul Han, uno de lo más prominentes filósofos del siglo XXI, de origen sur-coreano, radicado en Alemania.
En este libro, a lo largo de seis capítulo Han nos enseña que lo bello está en la ausencia, algo casi imposible de comprender para la cultura occidental, pero un principio muy arraigado en diversos ámbitos de la cultura oriental.
La obsesión de los occidentales por diferenciar, delimitar y persistir es decir, por la esencia, encarnada en filósofos como Heidegger y Derrida, tiene su contrapunto con filósofos del oriente como Lao Zi o Zhuang Zi que nos muestran que el vacío y la ausencia no solamente son lo bello, sino que aspirar a ellos representan la máxima completitud del hombre.
Durante los capítulos Han nos hace transitar desde un caminante que no deja huellas, para mostrarnos que bello no es permanecer, sino el camino y la transición. O los paisajes, donde la indiferenciación que genera la nieve sobre un jardín japonés es sublime en comparación con la fuerte presencia de límites y fronteras de Occidente. Bello también es el templo budista, con una arquitectura abierta y cerrada a la vez y una luz que no marca la presencia de las cosas. Así la cocina oriental, que no tiene la presencia de un elemento principal como en occidente, es una cocina de ausencia. Y finalmente las lenguas, como el chino o el coreano, dónde el sujeto “yo” casi no está presente.

Capitulo 1. Esencia y ausencia-habitar el ningún lugar.

Byung-Chul Han comienza el ensayo “Ausencia” con una cita del proverbio chino de Lao Zi (Siglo VI a.C.):

“un buen caminante no deja huellas”

De acuerdo a Lao Zi, uno de los primeros eruditos y filósofos orientales, el tao (o dao, ‘camino’) es permanente y el caminar es eterno, es decir, la transición puede entenderse como la única verdad universal. Este será el argumento central con el cual Han nos invita a reflexionar en la primera parte del libro.
La esencia opuesta a la ausencia, es sustancia, que subsiste y se resiste al cambio, remite a permanecer en lugar, a lo doméstico, a la propiedad o incluso el dejar huellas “solo quien tiene una posición segura, firme, quien se posiciona firmemente respecto de sí, puede resistir al otro” (Han, 2007, p.14)
Del análisis etimológico e histórico de la esencia el autor reinterpreta conceptos como el amor o el poder para decir que “poder lo tiene quien logra permanecer en sí mismo en el otro” (Han, 2007, p.15)
En el caso del amor, Han cita a Heidegger y a San Agustín, para incorporar el concepto del ser. Para Heidegger el amor consiste en ayudar al otro a alcanzar su esencia, y para San Agustín el amor es dejar que el amado sea lo que es.
El ser, en el carácter etimológico chino también significa tener y poseer. Por tanto, el ser como el yo, son esencia y son opuestos a la ausencia.“(…) la ausencia se sustrae de toda fijación sustancial. En consecuencia la “no esencia” está asociada al caminar, al no habitar” (Han, 2007, p.17). Tomando la cita originaria, la huella del caminante indica un rumbo determinado y este señala un autor e intención. En cambio el caminante de Lao Zi no va a ningún lugar y no persigue ninguna intención, fundiéndose totalmente con el camino. El camino carece de la solidez del ser y la esencia que marcarían huellas. “El topos fundamental del pensamiento de Lejano Oriente no es el ser, sino el camino (dao)” (Han, 2007, p.18)
El sujeto del relato es el sabio o caminante que no permanece, quien transita por el dao siempre en el presente, que no es lo mismo que el momento, que está ligado al hacer, sino que el sabio se encuentra en una posición más elevada de la presencia. El caminante no permanece, dado que permanecer significa una relación con el camino.

Capítulo 2.Cerrado y abierto- Espacios de la ausencia

En este capítulo el autor aborda la dualidad ausencia/esencia que se hace patente en las sociedades Oriente/Occidente a través de la cultura, arquitectura religión, el arte, entre otras.
ámbito.

Lo cerrado y lo abierto tiene su contraposición en ausencia-esencia. Para Han esencia es diferencia o cerrado, y ausencia es in-diferencia, es decir, fluida y sin límites. El paisaje de nieve oriental es un paisaje de ausencia, no se impone ni se delimita, donde todos los elementos parecen fundirse con ella. En Occidente en cambio, no hay fluidez, existe una fuerte presencia de límites y fronteras, en todo ámbito.

El filósofo denomina ciudades del vacío y la ausencia, a las grandes capitales del Oriente (figura 2) en las cuales no hay bordes, son indiferenciadas, en dónde casas y personas están amontonadas, sin un cierre definitivo, porque un espacio se abre para otro espacio.
La antítesis ausencia/esencia se hace patente con otro ejemplo, al comparar la arquitectura del templo cristiano (sin luz natural amortiguada a través de vitrales, con un espacio cerrado que potencian la interioridad) con el templo budista, el cual no es totalmente cerrado ni abierto, ni genera interioridad o exposición, es un “entre”.

El templo budista hecho con paredes de papel de arroz y techo profundo generan una luz detenida, indiferente que no subraya la presencia de las cosas, produce una luz blanca que actúa como nieve y genera un paisaje de ausencia. “La espacialidad oriental se eleva por sobre la dicotomía entre abierto y cerrado, entre adentro y afuera, entre luz y sombra y genera una in-diferenciación, un entre”. (Han, 2007, p.43).
Por otro lado, Han denomina transparencia desenfrenada y por tanto desagradable a la arquitectura moderna de cristal y metal. Donde la luz entra de forma agresiva. En cambio, el papel de arroz en las construcciones de oriente, genera una luz detenida.

Capítulo 3. Conocimiento y timidez-de camino al paraíso

El autor comienza este capítulo alabando la gracia del teatro de marionetas, la belleza de sus movimientos es atribuida a que no tienen alma, obedeciendo únicamente a la mecánica. A diferencia del bailarín humano que conduce su cuerpo a través de su conciencia que es imperfecta, por ende errando constantemente.
Este ejemplo refiere a la filosofía del taoísmo, precisamente a los postulados del no-hacer de Zhuang Zi, como el agua que fluye sin esfuerzo por la pendiente del valle. Pero esta agua también se eleva de forma antigrávido en pequeñas partículas, lo cual da impresión de estar animada.
Para Han, el pensamiento de la sociedad Oriental es prográvido y debe ceder: “hay que amoldarse a las condiciones naturales de las cosas y que hay que abandonarse y olvidarse para favorecer la regularidad de la inmanencia del mundo” (Han, 2007, p.73).
En la culmine de esta capítulo se invita al lector a reflexionar sobre la conciencia, mientras más oscura y débil es la reflexión, más irradia la gracia de las cosas y más claramente se muestran, como en el teatro de marionetas. El sabio de Zhuang zi es un sabio ausente y sin alma. Es decir permite que retroceda el yo en beneficio del mundo. Zhuang zi, abandona el saber y el conocimiento, cuando impera una armonía completa, tal cual como uno se olvida de sus pies cuando el calzado es cómodo, uno se olvida de sí mismo cuando está completo.
El hombre es expulsado del paraíso por su conciencia finita, ya que no comió suficiente del árbol del conocimiento. La redención es hacer infinita la conciencia, pero el paraíso está cerrado, para Han China es un país paradisiaco de ausencia y del olvido, en donde en el camino se olvida el caminar.
Desde este momento del libro en adelante, Han comenzará a incorporar los lenguaje e idiomas de forma transversal en su análisis. Pasando por el chino, japonés, alemán e inglés en cada una de sus comparaciones.

Capítulo 4. Tierra y mar-Estrategias del pensar

El mar no resiste presión alguna, es dúctil, cambia de forma, nunca es igual a sí mismo, le falta toda tenacidad. La tierra en cambio no es dócil, opone resistencia a la presión externa, le es inherente la tenacidad lo que es una cualidad de la esencia.
El pensamiento occidental busca la tierra firme. Kant conquista el mar enmarcándolo y cartografiándolo con coordenadas inamovibles. Esta necesidad de tenacidad hace que cada desvío o indeterminación parezcan una amenaza.
Es patente la analogía de navegar en un mar sobre un trozo de madera construido por un mismo, como un cisne de mar, con la razón y el navegar en las tinieblas. Sin embargo, en la filosofía china la relación con el mar es muy distinta.
Zhuang zi, nota que cuando las aguas no son profundas no puede sostener un gran barco. En sus enseñanzas Zhuang Zi describe un cisne tan grande como el mismo océano y por ende no es ninguna amenaza. Han dice que la estrategia de Zhuang Zi del sobre dimensionamiento busca eliminar los límites y des-diferenciar. “Ser grande es elevarse por sobre diferenciaciones y oposiciones rígidas, por sobre toda fijación definitiva, significa des-diferenciarse en favor de una amabilidad imparcial” (Han, 2007, p.88). Al ser grande como su contenedor, nada lo estorba ni detiene. No hay ningún esfuerzo porque nada se opone a él, ya que hay una unión total. Ya sea el cisne con el mar o cualquiera de las caricaturas gigantes que describe Zhuang zi.
El agua, primordial en el capítulo, dice Han es indiferenciada, no tiene forma en sí, por ende se opone a la esencia, la cual se afirma, permanece en sí diferenciándose del otro. El agua toma la forma del otro para revelarse. Lo rígido se quiebra fácilmente, en cambio el agua supera obstáculos cediendo. Citando a Lao Zi: “La debilidad puede más que la fuerza; la agilidad puede más que la dureza” (p. 85)
El mar simboliza el espacio de inmanencia en el mundo de la in-diferenciación, tiene una gran fuerza, formadora, pero conduce a indiferenciaciones ni tampoco a contrastes rígidos. Así el mar se asimila a la lengua china, ya que según Han también fluye. El chino es versátil, no es factible diferenciar certeramente la gramática de este, además no poseen rasgos fijos. Los caracteres chinos al igual que el agua no tienen forma propia.
La interpretación del mundo desde los sabios chinos, no es lanzarse como un aventurero como los occidentales, sino amoldarse a él, ser flexibles en el pensamiento para la multiplicidad de posibilidades. La lentitud y la amabilidad son la esencia del pensamiento oriental, como la pasión y la nostalgia lo son del pensamiento occidental. El pensamiento oriental se dirige a lo cotidiano, al aquí y ahora.
Citando a Descartes, el pensar occidental se esfuerza en sacarlo del mundo pantanoso, o lo que Han llama un intento de territorializar, en cambio el pensamiento oriental sitúa el pensar más allá de sus formas fijas, busca desterritorializarlo, oceanizarlo.
La comida oriental es una cocina desterritorializada dice Han, dónde cada ingrediente está fundido con el otro, no tiene un centro, a diferencia de occidente, dónde cada ingrediente marca una fuerte presencia.

Capítulo 5. Hacer y acontecer-Más allá de activo y pasivo

En el penúltimo capítulo Han nos invita a reflexionar respecto al pensamiento y el lenguaje. Así en los idiomas del Lejano Oriente los verbos se encuentran en un estado de indiferenciación. Poniendo como ejemplo la frase occidental “veo el mar”, que no tiene equivalente en coreano, solo “el mar me aparece”, esta no remite a un sujeto que se le aparece un objeto.
El japonés también tiene formas verbales ni activas ni pasivas, cuando un acontecimiento se origina de manera casi espontánea. Esto se llama “evasión”, es decir, que algo suceda sin sujeto. Pero en lenguas occidentales, como el alemán, no existe la evasión, no se puede evadir al sujeto.

La esencia es, en definitiva, algo que se afirma y al hacerlo se diferencia de lo otro. Es una contrafiguración de la in-diferenciación. La evasión y la ausencia representan un acontecimiento que simplemente está sin que yo lo note, sin que yo haga algo o permita algo expresamente, sin que lo padezca explícitamente, es decir, más allá de sujeto y objeto, más allá de actividad y pasividad (Han, 2007,p.105).

El lenguaje remite a una diferencia de lo activo en occidente y lo pasivo en oriente, pero Han plantea, la cultura oriental es una cultura de la in-diferenciación entre activo y pasivo.
Para Han la elegancia del lenguaje no es lo honorífico, sino la ausencia, el repliegue, el desaparecer. Citando a Confucio que un día decidió dejar de hablar con sus discípulos. Sin embargo, al igual que la naturaleza con sus cuatro estaciones, Confucio se manifiesta sin necesitada de palabras. Esto se debe a que el lenguaje es excesivo, en cambio el silencio es trascendencia, ya que el silencio o las palabras vacías implementadas por maestros zen hacen que los discípulos piensen.

Capítulo 6. Salud y reverencia- Amabilidad

En este último capítulo Han comienza cuestionando la naturaleza de la palabra saludar la cual remonta a una acción poco amable e irruptiva. Al saludar emitimos ruidos guturales y onomatopéyicos, lejanos de la elegancia.
El libro se remonta al origen del saludo en tiempos pasados, cuyo antecedente fue una lucha. Para Han el saludo resuelve dialógicamente la tensión que desencadena la lucha.
Para Heidegger el saludo es un reconocimiento al saludado, permitiéndole ser lo que es en realidad. Por esto el saludo es amable, le permite al otro evidenciarse, por ende para Han es un acontecimiento de la esencia.
El diálogo que se genera entre dos personas que se saludan no es una fusión, sino que siempre hay un entre entre ambas esencias. El saludo de Heidegger es amable porque mantiene ese entre, no busca acaparar al otro. Por ende Han plantea que la amabilidad es abandono.
Han plantea que la cultura oriental es una cultura sin mirada, en dónde es descortés mirar al otro, el cual se remonta al amontonamiento de personas, que dan la característica de ciudades de vacío y ausencia especiales.
El saludo japonés, que refiere a una inclinación no corresponde a un sumisión como constantemente se interpreta en occidente, ya que es una sumisión reciproca que anula la sumisión, sino que como Han plantea, corresponde a la anulación del yo, la cual vacía y des-interioriza a los implicados para convertirlos en ausentes.
El saludo japonés contiene mucho del budismo, que para Han es la religión de la ausencia. Ya que el budismo no tiene un dios, lo cual es muy distinto a otras religiones que tienen diferencia y por ende esencia.

Palabras finales

Han a lo largo del texto, nos sumerge en la dicotomía ausencia, esencia, a través de un paseo por el mundo oriental. Así el texto también fluye narrándonos la ausencia como cualidad que se alcanza desde el caminante que no deja huellas, la nieve, el mar, el chino, la comida, el lenguaje y el saludo. Este es un texto sin separaciones rígidas, sin bordes, es más bien un continuo, por tanto, es un ensayo de la ausencia.
Como organización este ensayo nos invita a reflexionar respecto a la obsesiva fijación Occidental por el ser, que se plasma en la necesidad de legar, permanecer, dejar huellas o delimitar. Cada una de estas formas nos impiden ver la belleza de las transiciones o disfrutar de la fugacidad del tiempo. Han nos invita a generar otro tipo de relaciones como sociedad y con el territorio.
Como CITé, el capítulo 2, nos llama la atención en el sentido de que habla de los aspectos territoriales de la ausencia. Así Han toma como contrapunto las ciudades del Oriente y Occidente, en dónde en la primera nada sobresale ni se destaca respecto al otro, diferencia de Occidente en dónde los límites y la arquitectura rompe y transgrede los paisajes.

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