Santiago no es ciudad gótica solo por la basura

¿Has visto cómo es allá afuera, Murray? ¿Alguna vez dejas el estudio? Todos solo gritan y gritan el uno al otro. Ya nadie es civilizado. Nadie piensa cómo es ser el otro chico. ¿Crees que hombres como Thomas Wayne alguna vez piensan lo que es ser alguien como yo? ¿Ser alguien más que ellos mismos? Ellos no. ¡Piensan que nos sentaremos allí y lo tomaremos todo, como buenos niños! ¡Que no seremos hombres lobo y nos volveremos locos!
Por Gricel Labbé, Pedro Palma e Ignacio Arce
Recurrir a la geoficción como lo hace el geógrafo Alain Musset, “permite transgredir las reticencias institucionales y las fronteras académicas”[1], con el fin de comprender y acercar el análisis geohistórico de nuestras ciudades e instituciones a la esfera de lo masivo.
En este caso, el presente escrito mira el estallido social a través de su espacialidad, vinculándolo con dos películas icónicas del cine contemporáneo “El caballero de la noche” dirigida por Christopher Nolan del año 2008, y “El Joker” dirigida por Todd Phillips el año 2019.
La elección de ambas películas no es azarosa, más bien y como plantea Slavoj Zizek elevan “la mentira a un principio general social, al principio de organización de nuestra vida sociopolítica, como si nuestra sociedad y ciudades, pudieran parecer estables, y tuvieran la capacidad de funcionar solo en base a la mentira”[2] (como si esta fuese verdad). Mientras que la verdad, encarnada en el Joker (o para nuestro caso el movimiento social) significa la distracción o desintegración del orden socioespacial establecido.
(…) Introduce un poco de anarquía, altera el orden establecido, y el mundo se volverá un caos. ¿Te digo algo sobre el caos? Es miedo. (El Joker en el caballero de la noche).
Hoy, 30 de noviembre de 2019 (y producto de un paro y movimiento nacional generalizado que abarca a la ciudadanía, funcionarios públicos, municipales y privados de todos los sectores productivos incluyendo al rubro de la basura) las ciudades chilenas se asemejan estrechamente a la ciudad Gótica (Gotham city) de Todd Phillips, la cual se encuentra inmersa en una crisis institucional generada por la injusticia social catalizada a través de la violencia a escala masiva.
Tal como en aquella imagen icónica que muestra un grafiti (tag) en el traje de Robin, compañero de Batman (signo del status quo y de los arreglos institucionales)[3], que dice “Ja, ja, tú eres el chiste, Batman” (Imagen 1), hoy las fachadas, plazas, estatuas y monumentos han sido rayados y/o sustituidos, demostrando así la poca pertenencia que existe hacia ellos, el nulo arraigo sobre los símbolos rigentes de una institucionalidad producida y reproducida por la élite política y empresarial.
De esta forma surgen del supuesto caos manifestaciones en los principales centros urbanos que posan la mirada sobre los distritos financieros donde confluye el poder político y económico, así como el control social, cultural y de los símbolos que adornan “nuestros” espacios públicos. Estas verdaderas revueltas buscan apropiarse de la ciudad a través de prefiguras subalternas, periféricas, e incluso tildados por algunos como marginales (tan marginal como el Joker) (Imagen 2).
Imagen 1. Traje de Robin en la Baticueva, visto en Batman y Superman
Imagen 2. Plaza Italia, Santiago, de Chile, recuperada de diario correo.
Acercándonos aún más a la urbe del Joker, tanto de Heath Ledger como de Joaquin Phoenix, podemos observar que la ciudad es una producción caótica y a la vez viva, definida por una ruptura social fulminante, cuyo símil a nuestra realidad se evidencia a partir de las contradicciones que el modelo neoliberal ha producido, la deslegitimación de la clase política-económica, la privatización al extremo de las funciones sociales del Estado, la precarización de los servicios urbanos (asemejando la crisis de los recolectores de la basura, en las imágenes 3 y 4), la individualización de la vida urbana y la exclusión de lo distinto, como corolario de la parálisis cultural que plantea la hegemonía del mercado en la vida humana.
Imagen 3: Joker corriendo por los bandejones de Gotham atestados de basura.
Imagen 4. Centro de Santiago en pleno estallido social.
Santiago, como tantas otras ciudades latinoamericanas no distan de estar ajenas a Gotham city. El cotidiano de sus habitantes presencian corrupción política, corrupción policial, crimen y segregación residencial reflejo de un Estado ambivalente[4].
Pero por qué establecemos que Ciudad Gótica podría ser en la actualidad cualquier capital latinoamericana. La película ha sido capaz de leer la realidad de la sociedad occidental, la que se erige sobre un modelo que desecha a quienes son diferentes: los débiles, los viejos, los enfermos, los pobres. Que expulsa a lo distinto[5]. Se refleja a una sociedad enferma ética y moralmente, donde los ciudadanos con cacofobia se compadecen y condenan el caos, y de la misma forma hacen vista ciega a la violencia estructural ejercida diariamente, lo que se representa en el cese de las ayudas sociales, en los despidos injustificados o los lanzamientos a la calle. Fácil es recordar cuando Debra Kane (la trabajadora social) le dice a Arthur Fleck
“cerrarán la ayuda social (…) porque gente como nosotros no le importa al sistema”[6].
Pero ¿quién es el Joker? o mejor dicho ¿a quién representa el Joker en el contexto latinoamericano? El Joker representa a cualquier ciudadano de la urbe, el Joker estuvo en el borde del precipicio y cayó (o mejor dicho se tiró). El resto de los ciudadanos aún están al borde, “basta solo un mal día para que ese ciudadano común se convierta en un nuevo Joker” (analogía a The killing Joke). Basta un alza del pasaje del metro para que la caldera explote por las fallas estructurales que le fisuran. La ciudad y la sociedad se encontraba hasta antes del estallido totalmente comprimida, tanto estructural como psicológicamente (fenómeno del burnout)[7]
(…) La locura como sabrás es igual que la gravedad solo necesitas un empujón. (Joker en el Caballero de la noche).
El Joker entonces representa lo contestatario, el querer cambiar las cosas desde la raíz podrida más profunda. El Joker va más allá de la reivindicación social, arrasa con todo y todos, asesina a quienes lo denostaron porque el contrato social en la ciudad se rompió o nunca existió. Una forma de nihilismo inusitado. Es la lucha de clases la que estalla en la cara a la élite político-económica de ciudad Gótica o de Santiago, pero no la de una clase obrera versus burguesa, distinción ya obsoleta, sino de un conglomerado de marginados y expulsados.
Sí el Joker representa a los ciudadanos conscientes ¿a quién representa Batman? Batman es una máscara de la civilidad que vela por el statu quo, es la representación de la clase política, aquella que desea mantenerse y reproducirse, la que tiñe sus discursos con el deber ser. Batman es la típica figura paterna que desea proteger, y tomar la justicia por sus manos, ya que nadie más puede hacerlo mejor que él. Es la imagen de aquellos agentes estructurados, de aquellos afincados en un partido político, el cual dícese representante y garante del orden socioespacial.
Si algo nos ha dejado el mundo cinematográfico y el análisis de la geo ficción, es el proyectar posibles futuros posibles para nuestras ciudades y sociedades. El destino de Santiago de Chile, al igual que de Ciudad Gótica, pareciera incierto en el costo plazo, aunque es posible predecir la prevalencia de una “caótica normalidad” que acompañará a nuestras ciudades.
El largo plazo es más oscuro aún. Por un lado, la figura del Joker significa el recrudecimiento del malestar social, la ruptura definitiva de la separación socioespacial que hemos provocado durante generaciones, hoy expresado en un arrojo excepcional hacia la protesta masiva. Por el otro lado, el Estado actuará con todas sus herramientas (legales e ilegales) para establecer el orden a través de la coacción, la “paz” como meta suprema sin importar el costo, la agudización de la vigilancia y el control, el asecho permanente de Batman quien trabaja para que el Estado aproveche esta ruptura social en favor del oscurantismo político en el que nos quieren sumergir.
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[1] 1. Musset, Alain. (2018). Star Wars. Un ensayo urbano-galáctico. Editorial Bifurcaciones.
[2] 2. filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno. Crítica al caballero de la noche, en el siguiente enlace
[3] 3. Película Batman v/s Superman:Dawn of justice dirigida por Zack Snyder el año 2016
[4] 4. Auyero, Javier, y Sobering, Katherine. The Ambivalent State. (2019). The Ambivalent State: Police-Criminal Collusion at the Urban Margins. Oxford University Press.
[5] 5. Han, Byung-Chul. (2017). La expulsión de lo distinto. Editorial Herder.
[6] 6. Para comprender esto se debe recurrir a los debates actuales en Latinoamérica respecto a la desigualdad económica, la segregación socioeconómica en las ciudades, la injusta distribución de la riqueza, la retracción del Estado o la ausencia de un Estado Benefactor, la desintegración del tejido social y el soporte barrial a las comunidades, como también la pérdida de la adscripción a una clase social.
[7] 7. Han, Byung-Chul. (2012). La sociedad del cansancio, Editorial Herder.

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