Por Catalina Loren
Observatorio CITéPor Catalina Loren
Por Catalina Loren
Observatorio CITéLeslie Kern, investigadora canadiense y actual profesora de geografía y medioambiente, directora de estudios sobre mujeres y género en la Universidad de Mount Allison de Sackville, nos presenta este libro titulado “Ciudad Feminista. La lucha por el espacio en un mundo diseñado por hombres” publicado por Ediciones Bellaterra el año 2021.
El libro se estructura en una introducción titulada Ciudad de hombres, para continuar con el Capítulo 1: Ciudad de madres, Capítulo 2: Ciudad de amigas, Capítulo 3: Ciudad de soledad, Capítulo 4: Ciudad de protestas y Capítulo 5: Ciudad de miedo. A través de experiencias personales, antecedentes históricos y referencias a series de televisión, libros y redes sociales la autora reflexiona en torno a los diversos elementos a considerar, tanto culturales como materiales, al momento de pensar en una ciudad feminista desde un enfoque interseccional.
En la introducción, Kern presenta algunas ideas que dan sustento a las temáticas posteriormente desarrolladas en el libro, planteando que la ciudad está organizada para sostener y facilitar los roles de género tradicionales de los hombres, tomando las experiencias masculinas como norma, donde se ignoran las experiencias cotidianas de las mujeres a través de barreras físicas, sociales, económicas y simbólicas. Sin embargo, la ciudad a lo largo de la historia ha sido también el lugar que ha dado mayores posibilidades a las mujeres en comparación a comunidades más pequeñas, accediendo a oportunidades laborales y educativas, obtención de cargos públicos, creación de nuevas redes de parentesco o el poder participar del arte, cultura y medios, entre otros. Citando a la geógrafa feminista Jane Darke señala que “todo asentamiento es una inscripción en el espacio de las relaciones sociales de la sociedad que lo construye […] Nuestras ciudades son el patriarcado escrito en piedra, ladrillo, vidrio y hormigón”
En este capítulo la autora relata desde su experiencia personal como madre, cómo su embarazo y maternidad hicieron que observara la ciudad de otro modo, donde la relación de cuerpo y lugar se volvió mucho más visceral, tomando mayor conciencia de su corporalidad y efectos. Es así como siente que la ciudad se ha vuelto en su contra, encontrándose con barreras que anteriormente no había percibido, sintiéndose como una extranjera en lugares que antes le parecían cómodos. Kern reflexiona en torno a cómo la planificación urbana se rige por un habitante urbano “típico”, el cual es hombre, heterosexual, blanco, cisgénero y sin discapacidad, por lo cual considera únicamente sus necesidades, deseos, valores y planes al momento de organizar la ciudad. De este modo, las labores de cuidado, crianza y actividades relativas al ámbito doméstico, que usualmente realizan mujeres, quedan fuera de consideración en la planificación urbana.
Igualmente, plantea que la disposición de las ciudades norteamericanas con suburbios residenciales generaría un aislamiento de la mujer, determinando cierto estilo de vida según las exigencias del cuidado de los niños y atención del hogar, dificultando así su inserción al mundo laboral. Es por esto que en muchas ciudades se ha desarrollado una gentrificación de la crianza, en donde las familias de clase media han “vuelto a la ciudad” con el propósito que las mujeres pudieran compaginar hogar y trabajo. Sin embargo, este fenómeno no hizo que las tareas domésticas se facilitaran, ya que la ciudad sigue sin atender de manera adecuada el trabajo de cuidado, sino que profundizó la desigualdad entre mujeres por medio de múltiples capas de explotación femenina.
De esta manera la autora señala la importancia de la creación de una política urbana de cuidado, donde por medio de un trabajo activo, colectivo e igualitario se generen transformaciones físicas, simbólicas y relacionales. Donde se consideren redes de parentesco diversas, que vayan más allá de la imagen clásica de familia nuclear, dejando de hacer responsable únicamente a la mujer de estas labores y tomando en cuenta a su vez las herramientas creativas ya existentes a las cuales han recurrido para apoyarse entre sí con el fin de adaptarlo a la estructura del mundo urbano.
En este capítulo Kern cuestiona los estereotipos atribuidos a la amistad entre mujeres, que van desde la idea de celos y traición a una relación de tipo reservada e insoldable, señalando que son estos mitos los que han puesto a las mujeres en competencia y distancia, impidiendo que unamos fuerzas para transformar nuestro entorno y a nosotras mismas. De igual modo, reivindica las relaciones de amistad en la etapa adulta, señalando que deberían tener la misma importancia que en nuestra infancia y adolescencia, ya que bien podrían ser uno de los vínculos importantes para configurar nuevos espacios urbanos.
Siguiendo la teoría queer la autora propone que por medio de prácticas y performances, representaciones que desafíen la normatividad heterosexual y homosexual o lo publico y lo privado, cartografías de otros mundos, se podrán crear espacios donde las cosas se desplieguen de otros modos. Es por ello que poner en práctica la amistad femenina como modo de vida es necesario para pensar en nuevas lógicas espaciales, que consideren configuraciones familiares diversas, donde se compartan las tareas de cuidado y apoyo, permitiendo a las mujeres apropiarse del espacio y construir relaciones en sus propios términos.
En este capítulo del libro se plantea el estar en soledad como un lujo para las mujeres en la ciudad, ya que no se respeta su espacio personal y constantemente se deben estar anticipando a posibles desconocidos que las aborden sin saber de su peligrosidad. Asimismo, señala que para las madres estar en la calle o en algún lugar público les exige atención y trabajo emocional ante cualquier necesidad que puedan requerir los niños, y esto se extiende también al hogar donde rara vez encuentran momentos de soledad ya que siempre se les demanda algo.
Para Kern el hecho que en las ciudades se toleren o hasta fomenten las infracciones al espacio personal de las mujeres, ya sea de manera física o verbal, es ilustrativo de lo lejos que estamos aún del ideal de ciudad feminista, sociable e igualitaria. Ejemplo de ello es el acoso que reciben mujeres ciclistas que al circular por el espacio público reciben comentarios indeseados o la suposición que una mujer sola está “disponible”, lo cual se corresponde a la idea de mujer como propiedad del hombre.
Asimismo, señala que no se debe olvidar que cuando hablamos de mujeres se tiende a pensar en el arquetipo de mujer blanca y de clase media, donde muchas intervenciones urbanas resuelven sus problemas de inseguridad pero a su vez aumentan el peligro en otras personas, como indigentes, personas de color o discapacitados. En este sentido, plantea que “Las posibilidades que cada cual tiene de meramente existir en el espacio urbano dice mucho acerca de quién tiene el poder, quién siente que su derecho a la ciudad es algo dado y natural, y quién será siempre considerado como fuera de lugar. Refleja estructuras existentes de discriminación social y es, por lo tanto, un buen indicador de las brechas existentes entre los distintos grupos”
En este capítulo la autora reflexiona en torno a la ciudad como el espacio físico donde las mujeres se hacen escuchar y a su vez por lo que luchan. Es donde el activismo femenino toma forma de protesta colectiva que reclama espacios donde pertenecer, vivir seguras, ser representadas y ganarse la vida, frente a aquellas fuerzas y poderes encarnados por gobiernos, policías, empleadores, etc. que moldean sus vidas y las hacen vivir marginalizadas.
Para llegar a conquistar estos derechos, Kern señala que es un trabajo que se debe hacer en los territorios más que en redes sociales, aulas o incluso vía electoral, pero al participar debemos ser conscientes de los sesgos y posiciones de privilegio en que cada individuo se encuentra, dado que en oportunidades los espacios de protesta tienden a reproducir sistemas de opresión, excluyendo a las poblaciones típicamente marginadas. Por otra parte, plantea que el ser mujer y participar de actividades políticas o en espacios de activismo se vuelve muchas veces inconciliable con la maternidad, surgiendo dudas y cuestionamientos de manera personal y por parte del entorno.
En el último capítulo del libro Kern explica cómo a las mujeres en su niñez y adolescencia se les recalca el mensaje de su vulnerabilidad en el espacio urbano a raíz de su género, advirtiéndoles del peligro a medida que avanza su desarrollo sexual. Es por ello que mientras van creciendo y transitando por diversos lugares de la ciudad este miedo las acompaña, el cual según diversos estudios se traduce en temor al hombre. Sin embargo, se vuelve prácticamente imposible evitar a los hombres como grupo por lo que este miedo adquiere una lógica geográfica evitando lugares que se presentan como peligrosos, en vez de personas.
Sin embargo, al momento de analizar hechos concretos de violencia contra la mujer podemos observar que estos ocurren en mayor medida en espacios privados, como el hogar o lugar de trabajo, y es mucho más probable que sean cometidos por personas que ya conocen. Aún así, las mujeres siguen reportando constantemente su miedo a los extraños en el espacio público. Kern señala que este fenómeno se denomina la paradoja del miedo femenino, y se explica porque “el miedo cumple la función social de controlar a las mujeres. El miedo limita nuestras vidas: limita nuestro uso de los espacios públicos, moldea nuestras opciones y nuestras decisiones laborales y económicas, y nos mantiene -y esto tal vez sí sea una paradoja- en una situación de dependencia de los hombres en cuanto protectores”
Frente a esta situación, la autora hace un llamado a aprender a observar y cuidar las iniciativas ya existentes realizadas en los barrios por diversas mujeres que nos permitirían construir la anhelada ciudad feminista, la cual nos permitiría llevar una vida distinta, mejor y más justa. Una ciudad que no estaría regida por planes maestros o propuesta técnicas, sino que estaría mucho más cerca de la vida cotidiana que ya está sucediendo allá afuera.