Por: Daniela Berríos Söhrens – Geógrafa Uch, Presidenta Fundación Geocultura.
En mi experiencia como vecina activa de mi comunidad, he notado la constante discusión sobre cuáles son los canales válidos de debate, crítica e intercambio de ideas dentro de las comunidades y los temas ciudadanos en general. En este sentido, es de suponer que el canal más validado para la discusión y el debate de una comunidad es la reunión, y en el caso de organizaciones legalmente constituidas, la asamblea. En mi opinión, el valor fundamental que debiera primar en estos espacios físicos es el carácter de “público”, y la transparencia tanto en el debate como en el mecanismo de toma de decisiones. La idea es generar un espacio de confianza e incluso también de pertenencia entre todos los participantes activos de la organizaciones o comunidades. Esto presume la importancia social del espacio y que este no deba ser carácter privado, como por ejemplo casas de dirigentes sociales, ya que es de suponer que en algunos casos el propietario del espacio de reunión puede ejercer presiones inconscientes o tácitas a quienes participan de las organizaciones. A mi parecer, esta es una de las principales razones por las cuales las comunidades deben contar con una sede social que pueda ser usada por las diferentes organizaciones sociales del territorio.
Sin embargo, la sede social y las asambleas no son el único lugar ni instancia de intercambio y debate de ideas comunitarias. Ya todos vimos como luego del estallido social del 18 de octubre 2019, los chilenos se juntaron en cabildos autoconvocados en las plazas y parques de sus barrios, lo que sin duda comenzó a fortalecer el desgastado y “tímido” tejido social que nos caracterizó como país después de la Dictadura. Asi mismo, en la era actual y debido a los estilos de vida en la ciudad globalizada, se ha visto dificultada la concurrencia vecinal constante a un lugar de debate público, por lo que la aparición de las nuevas tecnologías y principalmente la existencia de las redes sociales han generados nuevos espacios de debate comunitario virtuales.
Es precisamente sobre el uso de estos nuevos espacios virtuales donde se producen diferencias en las comunidades. Por una parte, muchos piensan que es necesario que el debate se realice sólo en los espacios físicos mediante reuniones y asambleas, y que las diferencias o críticas a las dirigencias se deben hacer de forma personal y discreta por el bien de la imagen de las organizaciones. Por otra parte, existen quienes ven como espacios válidos de debates las redes sociales o espacios virtuales comunitarios como grupos de whatsapp, y que piensan que no debiera haber problema ni miedo a la crítica pública mientras sea constructiva y respetuosa. En lo personal creo que el debate y las críticas deben ser públicas y conocidas por todos los miembros de la comunidad, sin importar si el espacio donde suceden sea físico o virtual. En términos generales, a mi parecer, la transparencia tanto en los conflictos, debates, críticas y momento de toma de decisiones se hace cada vez más fundamental para generar participación ciudadana efectiva, así como ciudadanos empoderados más allá de los dirigentes sociales que suelen acaparar los espacios de opinión y que muchas veces suelen responder a la agenda de sus partidos políticos y no necesariamente a la de su comunidad y/o territorio.
Cabe mencionar que son los dirigentes y ciudadanos más jóvenes los que normalmente están a favor de abrir y validar los espacios virtuales de debate, esto sugiere también diferencias generacionales sobre las nociones y el imaginario de los límites de la “polis” contemporánea. Para muchos, el espacio virtual y principalmente las redes sociales, ya generan “plazas públicas”[1] donde los ciudadanos producen debate e intercambio de ideas. Sin embargo y lamentablemente, las redes sociales también se han convertido en espacios de odiosidad y de desinformación, debido que es fácil guardar el anonimato y protegerse detrás de la pantalla. Esto hace necesario que en los espacios virtuales de debate comunitario se establezcan parámetros de respeto y de identificación de los participantes que impliquen cierta responsabilidad en las opiniones vertidas.
Finalmente, desde el ámbito de la filosofía política el facilitar el acto de “hablar” es también facilitar la acción ciudadana, no solo porque el hablar (opinar) sea una acción política, sino porque esta libertad de habla consiste también en dar lugar a la espontaneidad, concepto que desde Kant se basa en que cualquier individuo es capaz de comenzar una nueva serie o acción de cambio a partir de su opinión espontánea.
________________________________________
[1] Uno de los creadores de Twitter, Jack Dorsey, ha comentado en varias entrevistas que su premisa para generar esta red social era crear una plaza pública virtual para el debate social.