Feminismos encontrados en santiago y tuxtla gutiérrez.

Gricel Labbé*, Nidia Chávez** y Natalia Vernal***.

La situación de las mujeres en Latinoamérica (LA) es catastrófica, ya que mueren asesinadas más de nueve mujeres al día producto de la violencia. Según la ONU esta área geográfica “es la zona más violenta del mundo para ellas (las mujeres), fuera de un contexto de guerra”. Esta aseveración no es al azar, según el geógrafo David Harvey (2005) coincide con que es en LA dónde se ha implementado de forma más radical el modelo neoliberal con su expresión en los territorios, el cual emplaza a las mujeres a un rol secundario en donde la economía del cuidado no es valorizada.
Las mujeres a menudo consideran que las comunidades urbanas-rurales en LA son entornos rapaces, puesto que es allí donde se materializan la mayor cantidad de vejaciones. En este contexto, la violencia deber ser entendida como un problema estructural de la sustentabilidad (Narayanan, 2012), al referirse a la alta tasa de violencia de género en los espacios públicos de la ciudad.
La violencia se levanta en territorios particulares, plasmándose con mayor fuerza en áreas estructuralmente pobres y tanto en el ámbito público como privado (al interior de la vivienda), algo que la geógrafa feminista Valentine (1992) denomina como la “expresión espacial del patriarcado”, ya que refleja y refuerza la noción tradicional de que las mujeres pertenecen o son más seguras en casa.
Tanto Santiago (Chile) como Tuxtla Gutiérrez (México), y otras ciudades latinoamericanas, destacan por la segmentación socioespacial de la población, más la producción y reproducción de patologías estructurales concentradas en barrios, villas, poblaciones, favelas, barriadas, vecindades, etc.
Territorios inseguros para las mujeres, Población Santo Tomás en La Pintana, Santiago de Chile. Autora Gricel Labbé
Pero ¿qué pasa cuando analizamos estos territorios y ponemos foco en las mujeres que residen y/o trabajan ahí? ¿Qué efectos genera en las mujeres vivir en territorios con alta presencia de violencia? El resultado del análisis comparativo evidencia más puntos en común que divergencias entre ambas ciudades.
1. Concatenación de violencias
La violencia estructural, es aquella que según el famoso filósofo surcoreano Byung Chul Han (2016) afecta de manera sistémica a cada persona, grupo social, estrato socioeconómico, etc., bajo el modelo del capitalismo tardío. Los investigadores argentinos Auyero & Berti (2019) explican que existen diferentes formas de violencia que se concatenan formando una cadena y que no corresponden a fenómenos discretos, sino completamente conectados que tienen un momento histórico-espacial. Para Han (2016) la violencia se ramifica en otras expresiones que revelan distintas intensidades. Estas coacciones permean escalas territoriales (hasta lo doméstico), y la psíquis de los individuos.
La intensidad de la violencia es proporcional al estatus construido sobre los sujetos, en este caso, las mujeres (acomodadas, trabajadoras domésticas, prostitutas, dueñas de hogar, migrantes, etc.), demuestran los efectos del enclasamiento y racialización socioespacial, que ejerce una estructura patriarcal. Por esto, no es de extrañar que sean las zonas de concentración de pobreza, donde los indicadores de violencia intrafamiliar sean los más elevados de la ciudad.
La violencia ejercida sobre las mujeres no es aleatoria, sino que depende de factores que determinan que algunas se vean más expuestas que otras, “los determinantes estructurales como etnia, género y clase social constituyen organizadores sociales que estratifican la sociedad en grupos aventajados o hegemónicos y grupos desaventajados o subalternos” (Ministerio de Desarrollo Social, 2015). Pero también una determinante importante en el caso de las ciudades latinoamericanas corresponde al lugar de residencia. Mujeres en poblaciones son más vulnerables que mujeres que residen en un barrio acomodado, ya que como han mostrado diversas investigaciones uno de los factores que atenúa la violencia corresponde al capital social y las redes de apoyo, las mujeres que viven en barrios segregados posen un menor capital social que mujeres en barrios más integrados.
Por otro lado, el Estado-Mercado perpetúa la situación marginal de los territorios y en particular de las mujeres que viven en ellos al ignorarlas, omitirlas y atenderlas con programas de pocos presupuestos, que perputa el asistencialismo estatal, que soluciona el problema en su emergencia, pero no ataca el problema en su raíz como sería prevención a largo plazo.
Esta violencia ejercida desde arriba (desde las instituciones) se aprende, como menciona Auyero y Berti “el uso de la violencia puede ser aprendido y normalizado por una persona en compañía de otras” (2013, p.111). Esto significa que la violencia traspasa escalas, desde la escala de lo macro, permea las escalas intermedias, y micro. Incluso algunos investigadores han evidenciado la violencia como una práctica de cuidado, que es ejercida por las familias con el objetivo de evitar riesgos mayores, así como las madres agreden a sus hijos para evitar que se droguen, la violencia en estos espacios se normaliza, está en todas las escalas y se recurre a ella diariamente.
Un ejemplo de lo anterior es lo que ocurre en México; “El delito de feminicidio, así como el de homicidio, pertenece al fuero local de cada Estado. Y todavía hay entidades que no lo reconocen en su código penal, como Chihuahua y Nayarit; y otros, como Aguascalientes, Baja California Sur y Querétaro que no tipificaron ni uno en 2017, aún y cuando está definido en sus respectivos códigos y sí registraron homicidios de mujeres” (Observatorio Género y Equidad, 2018), el registro de femicidios tiene estadísticas bajas, ya que es registrado bajo otras figuras penales, con lo cual no existen cifras exactas para conocer la magnitud del problema.
Tuxtla, ciudad y municipio mexicano, capital y el núcleo urbano más importante del Estado de Chiapas con más de medio millón de habitantes es el centro administrativo, político, donde más se concentra el servicio y equipamiento, incluyendo la educación superior; propició en las últimas décadas la llegada de habitantes. Esta atracción a la capital se ve reflejada en el crecimiento territorial, un crecimiento horizontal que ocupa incluso cinturones de amortiguamiento de áreas naturales protegidas y que si bien se conduce de la mano del Plan de Desarrollo Urbano Municipal (actual 2007-2020 y de reciente creación Programa integral de Desarrollo Urbano de la Zona Metropolitana de Tuxtla 2016-2040) la ciudad presenta un patrón espacial segregado y desigual que no concede a sus habitantes la misma calidad de servicios o el acceso a ellos.
Es importante también mencionar que siendo capital es un punto de llegada laboral para la población indígena del Estado, que ante las necesidades tienen que adaptarse al ritmo de la ciudad, que es ajena a sus ambientes físicos y costumbres (27.8% de la población chiapaneca es hablante indígena, INEGI 2015).
Situada en Chiapas, uno de los estados más empobrecidos del país, con desigualdad económica que pone a poblaciones enteras en situaciones vulnerables, como los pueblos rurales e indígenas, sobre todo Mujeres y niñas y niños; Tuxtla Gutiérrez es un cúmulo de estas condiciones evidenciadas en la periferia con su morfología de viviendas, una marcada calidad de servicios e infraestructura y división sexual del trabajo, que invisibiliza gran parte del papel de la Mujer.
Los índices de violencia de género en Tuxtla Gutiérrez muestran el factor común que tiene toda LA, si comenzamos a hablar de Violencia estructural. A pesar de que se implementó la Alerta de Violencia de Género por la Secretaría de Gobierno para 7 municipios de Chiapas desde 2016, incluyendo Tuxtla Gutiérrez, en 2019 se mantiene dentro de los primeros 30 municipios con más delitos de feminicidio, de acuerdo con él, Sistema Nacional de Seguridad Pública[1]. Entre el primer trimestre de 2018 y el de 2019, las tasas de investigación por feminicidio por cada 100 mil habitantes presentaron aumentos considerables [2].
Por otro lado, Santiago de Chile, la capital del país con más de 8 millones de habitantes tiene 37 comunas que componen el Área Metropolitana de Santiago, la distribución de la ciudad presenta un patrón de segregación muy marcado, en donde los estratos socio económicos se encuentran hacia el oriente de la ciudad y en el sector sur, así como las periferias norte y poniente concentran los grupos socioeconómicos más desfavorecidos.
Viviendas sociales, Periferia de Santiago de Chile. Población Santo Tomás, autora Gricel Labbé
Con respecto a los índices de violencia en Santiago un estudio realizado por el Ministerio de Desarrollo Social (2017) da cuenta que la comuna con mayor equidad de género[3] corresponde a Ñuñoa, comuna de ingresos socioeconómicos medios-altos, en cambio la que presenta las mayores brechas corresponde a San José de Maipo, una comuna rural y con altos índices de vulnerabilidad.
Pero ¿cómo podemos revertir este escenario de violencia en las ciudades? históricamente se le ha atribuido el rol productor de territorios a los hombres, por tanto, no es extraño pensar que el problema de la violencia hacia las mujeres en las ciudades proviene de su origen.
La historia urbana y social les asocia a ellos la producción de la ciudad, es decir: la ocupación de los sitios, el proceso de loteo, la construcción de la vivienda, la construcción de los servicios básicos como el alcantarillado y la electricidad, y finalmente la producción de los espacios comunitarios como las plazas, juegos, centros de reunión, etc.
Sin embargo, hemos evidenciado, al analizar la historia de abajo hacia arriba que las mujeres en áreas de marginalidad construyen y mantienen los espacios de sociabilidad en las poblaciones, lo cual se expresa desde el comercio informal, sosteniendo gran parte de la economía de esos sectores marginados. Sobre todo, los que se refieren a los espacios de organización y planificación de la comunidad, siendo una de las respuestas que podrían frenar la violencia, y que no se siga perpetuando en las generaciones de mujeres venideras, entendiendo que una ciudad segura no es aquella que niega las calles a las mujeres con el objeto de protegerlas, que las mantiene con una figura de vulnerabilidad, sino que concede accesibilidad espacial y temporal.
Reuniones Barriales, San Roque, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Autora: Natalia Vernal
La propuesta es incluir a las mujeres en la creación de los territorios, la sensibilidad al género podría evitar que se construyan posibles escenarios violentos, así como también a nivel más estructural la implementación de políticas públicas que prevengan la aparición de violencia en estos espacios.

Actividad Comunitaria Barrio San Roque, Tuxtla Gutierrez, Chiapas, México. Autora: Natalia Vernal
Bibliografía
 Han, B (2016). La tipología de la violencia. Editorial Herber.
 Harvey, D. (2005). Breve historia del neoliberalismo. Akal.
 Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) https://www.somoselmedio.com/2019/03/26/tres-municipios-de-chiapas-entre-los-30-con-mas-feminicidios-del-pais/
 Reporte enero-marzo 2019 Incidencia de delitos de Alto impacto en Chiapas de Observatorio Ciudadano Chiapas https://issuu.com/ligalab/docs/1t_2019_-_documento (Feminicidio, análisis municipal, p.20)
 Alerta de Género Chiapas http://www.alertadegenerochiapas.org.mx/mapa_municipios.aspx
 Ministerio de Desarrollo Social (2017) Índice de Inequidad territorial de género.http://www.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/pdf/genero/indice-de-inequidad-territorial-de-genero-.pdf
 Narayanan, Y (2012). Violence Against Women in Delhi: A Sustainability Problematic.
 Observatorio Género y Equidad (2018). América Latina, la región más letal para las mujeres. http://oge.cl/america-latina-la-region-mas-letal-para-las-mujeres/
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[1] Centro Nacional de Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) de la Secretaría de Gobernación (SEGOB).
[2] Reporte enero-marzo 2019 Incidencia de delitos de Alto impacto en Chiapas de Observatorio Ciudadano Chiapas
[3] Índice de Inequidad Territorial que considera indicadores socioeconómica, participación laboral de mujeres, cobertura de educación, etc.
*Gricel Labbé, Geógrafa de la UChile, Mg. En Desarrollo Urbano del IEUT PUC, cofundadora y miembro activo de la ONG Observatorio CITé desde el 2015
**Nidia Chávez, Arquitecta, Co-fundadora de Laboratorio Ciudadano A.C, Co-fundadora de Arte Orgánica, Integrante de Colectiva Hechiceras.
***Natalia Vernal, Licenciada en Antropología Social de la UChile , Estudiante Mg., en Desarrollo Rural de la Universidad Austral y miembro activa de la ONG Observatorio CITé desde el 2016.

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