“La Agonía del eros”

Título: “La Agonía del Eros”

Autor: Byung-Chul Han

Edición: Herder; pensamiento Herder. Barcelona, 2014; 79 páginas.

La necesidad de un Eros que permita el encuentro y la confrontación con el otro-en su alteridad-cruza todo este ensayo en que su autor, el filósofo coreano Byung-Chul Hang, busca dar una explicación a los principales conflictos que se suscitan en la sociedad contemporánea.

En su primer capítulo, el autor nos introduce al texto con la premisa que el amor se extinguió, por eso el nombre del apartado (Melancolía). Esto deviene de que en un mundo de posibilidades ilimitadas (racionalización y uso de las tecnologías para la elección) no es posible el amor . Sin embargo, no se comparan al efecto de la “erosión del otro” y que tiene que ver con que el narcisismo de la propia persona lo convierte en un individuo incapaz de amar.

El libro da una mirada crítica a una sociedad cada vez más narcisista, ya que el líbido ahora se enfoca en el mismo sujeto, lo que desencadenaría la imposibilidad de conocer a los “otros”, es decir, al amante en su alteridad. E incluso una enfermedad tan moderna como la depresión, es también narcisista ya que los sujetos carecen de limítes con un otro y están encerrados en sí mismos.

El segundo apartado denominado “No poder poder”, el autor nos sumerge en la sociedad del rendimiento y en la injerencia de la palabra “poder”, la cual se diferencia de la sociedad de la disciplina y de la palabra “deber”. El sujeto que es parte de la sociedad del rendimiento es empresario de sí mismo, explotándose, en busca de la libertad, lo que precipitaría al sujeto nuevamente a la depresión. En este sentido el autor nos plantea que el neoliberalismo tiene una estructura coactiva tras la aparente libertad del individuo, ya no se entiende al sujeto como sometido, sino da la ilusión de que está desarrollando un proyecto. Surge la culpa porque sí fracasa es culpa de él, pero también surge la gratificación, por lo cual se plantea que el capitalismo es endeudador.

En el tercer apartado Byung Chul Han entrega una visión de la “mera vida” como símbolo del erotismo. Es en este capítulo donde el autor por primera vez acerca su construcción teórica, sobre la destrucción del eros, hacia la expresión espacial que esta tiene, asociada al consumismo y a la domesticación del amor convirtiéndolo en una fórmula de consumo, como un producto sin riesgo ni atrevimiento, sin exceso ni locura. Es así como el capitalismo absolutiza la mera vida. Su fin no es la vida buena, sino más bien, su compulsión a la acumulación y al crecimiento que se dirige precisamente contra la muerte que se le presenta como pérdida absoluta. Interesante es rescatar entonces como el proceso de acumulación, producción y reproducción capitalista se acelera hasta el infinito en palabras de Han por el hecho que se deshace de la teología de la vida buena, así el capitalismo más que se hace como él plantea, nace obsceno. Por último este apartado resalta la importancia de la intromisión del neoliberalismo sobre el individuo y la sociedad positiva que se ha retirado de la negatividad absorbiendo la violencia visual sexual, y respondiendo a ella con impulsos del yo y del rendimiento.

 

“Porno” nombre del cuarto apartado del libro muestra la mera vida expuesta, es la expresión más clara de la sociedad de la transparencia, la sociedad del rendimiento. El porno destruye el lugar y construye no lugares. Punto a destacar en este apartado es el vínculo presentado con el pensamiento marxista y la ciudad de Lefebvre. Como el capitalismo intensifica el progreso de lo pornográfico en la sociedad, la cual claramente tiene una expresión espacial en las grandes metrópolis (algo que podemos observar con los anuncios publicitarios de reconocidas marcas), en cuanto lo expone todo como mercancía, lo exhibe y profaniza al eros para convertirlo en porno.

En el quinto capítulo, el autor señala lo dicho por Illouz, quien alude que la imaginación pre moderna como escasa de información, en tanto se idealiza un objeto. Situación distinta ocurre hoy, con una imaginación en contexto de Internet que presenta una acumulación de atributos, sin tanta idealización y con más racionalización del deseo. Ello implica un aumento en las expectativas y una desilusión más frecuente. A su vez, hoy se da una percepción basada en mercancías e imágenes en los medios. Por su parte, el autor señala que se ha perdido la añoranza en el deseo a partir de una libertad sin límites y la alta definición de la información, que no deja nada indefinido. A ello se suman las altas expectativas en la información como elemento central en la decepción generalizada en la sociedad.

La política también se ve desfigurada y vaciada como acción orientada al otro tras la agonía del Eros. En el capítulo 6 se plantea que a pesar que la política se posiciona antagónicamente al amor, existe una vinculación profunda asociada a la búsqueda de un mundo más justo que rompe las barreras del yo y posiciona al hombre en una perspectiva colectiva, sacándolo de lo habitual y lo igual, en base que que en el Eros hay un sentido de la totalidad y de energía revolucionaria -como lo planteaban los surrealistas. Sin embargo, el neoliberalismo ha gestado una sociedad despolitizada orientada al deseo individual que produce una acción política con poca valentía de cambiar lo establecido, transformándola en simple burocracia y donde la razón se utiliza sin su capacidad de transformación.

En el último capítulo del texto, el autor explica que hoy en día existe un exceso de datos e información que se transmite de un lugar a otro rápidamente, donde se generan modelos de comportamiento y correlaciones entre estos datos, en contraposición al tiempo donde se generaban teorías que explicarían causalidades. Esta era donde priman los datos y sus correlaciones sería explicada por la falta de eros, ya que el pensamiento sin eros vuelve las cosas meramente repetitivas y aditivas.

Para el autor, la teoría se relaciona con decisiones esenciales, se dirige al camino de lo “no transitado”, la cual hace aparecer al mundo desde un punto de vista nuevo y totalmente distinto, tiene el poder de discriminar entre lo que es posible y lo que no, lleva al pensamiento a su sentido enfático, la teoría es anterior y sostiene a los datos, relacionando los datos al ejercicio del cálculo y a la teoría al ejercicio del pensamiento. Hoy el exceso de datos que se producen y circulan nos aleja de la teoría, la cual es necesaria porque impide que las cosas se mezclen y proliferen, porque mantienen un orden, le dan forma y enmarcan el curso de las cosas para que no se desborden, en cambio la masa de datos provoca un efecto deformativo.

Esta crisis de las teorías se puede relacionar con la crisis que se vive en el arte, literatura y comunicación actual, ya que al haber exceso de información de genera un ruido que no conduce a ningún conocimiento o verdad, falta el eros que tiene la capacidad de transformar, que es distinta a la sexualidad que es el resultado en clave de positividad del amor, la cual es una experiencia aditiva y acumulativa, como lo son los datos. El eros entrega la posibilidad del pensamiento en un sentido enfático, y sin éste el pensamiento pierde vitalidad e inquietud y se vuelve represivo y reactivo.

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