En América Latina el 80% de la población vive en ciudades, configurándose como la región más urbanizada del mundo (CEPAL, 2008). A su vez, es una de las regiones menos pobladas en relación a su territorio, remitiendo a la necesidad de un enfrentamiento y una reflexión desde una mirada local hacia los problemas del hábitat y del territorio. Este crecimiento acelerado de la población y sus respectivos procesos de crecimiento urbano, han dado paso a un elevado número de viviendas informales. Si consideramos, a su vez, las condiciones sociales vulnerables de sus habitantes, el contexto socioeconómico y político de las comunidades y las características geográficas del territorio, la exposición a amenazas naturales se convierten en un factor que impacta directamente la organización y el tejido social principalmente de los habitantes de asentamientos irregulares. De esta forma, un amenaza natural podrían transformarse en un riesgo socionatural.
Una de las estrategias que han implementado los países que se han visto enfrentados a estas problemáticas en América Latina, es la incorporación de políticas y metodologías que involucren no sólo a profesionales del área del urbanismo y actores políticos, sino que principalmente a las comunidades.
Mediante la incorporación y participación de los actores directamente afectados en dicha problemática, se propone mitigar la exposición a la amenaza y las vulnerabilidades, disminuyendo así los efectos de un futuro desastre socionatural.
El enfrentamiento de problemas nacionales y locales del hábitat residencial, la ciudad y el territorio, requeriría ser pensado y reconocido desde propuestas locales que se basen en las necesidades y opiniones de los propios habitantes. En este sentido, la participación ciudadana transversal y la co-creación activa de los diversos actores que habitan el territorio, podrían ser necesarias para enfrentar los actuales retos de urbanización en América Latina y las constantes amenazas socio-urbanas y espacio-territoriales a las que las comunidades se encuentran expuestas.
Emplazado sobre una de las áreas más sísmicas del planeta, Chile es principalmente un territorio modelado por la tectónica, con una gran variedad altitudinal y un régimen pluvial extremo, exacerbado por la agudización del fenómeno del cambio climático.
No sólo las características geográficas posibilitan e incrementan la exposición a amenazas naturales. Sino más bien es la presión de los promotores y desarrolladores inmobiliarios sobre los instrumentos de planificación y los modelos de gestión en las ciudades de Chile, lo que favorece la localización de los más vulnerables en áreas de fragilidad ambiental, como es el caso específico del hábitat informal producido en las quebradas de la ciudad de Valparaíso.
La ciudad de Valparaíso es un ejemplo claro de la interacción de múltiples factores de amenazas naturales y antrópicas (incendios, tsunamis, terremotos, entre otros.). Si se hace referencia específicamente al hábitat informal de las quebradas de Valparaíso, la conformación sociocultural y territorial de sus asentamientos informales, encontramos una relación directa entre vulnerabilidad, exclusión y pobreza.
La carencia de planificación -autoconstrucción y toma de terrenos-, la geografía particular y la interfaz urbano-forestal en las quebradas de los cerros de Valparaíso, hace vulnerables a sus habitantes y asentamientos periurbanos principalmente ante las amenazas de incendios y terremotos. En este sentido, atender la problemática de la construcción de barrios nuevos en las quebradas, así como el mejoramiento de los barrios existentes y sus características socioculturales, espacio-territoriales y político-económicas de sus comunidades, posibilitaría la solución de una problemática a nivel local, comprometida a la vez, con un futuro urbano sustentable multinivel. Las comunidades y sus habitantes conocen el espacio que habitan, y cuentan con capital social y saberes vinculados a las amenazas naturales, por lo que las soluciones de mitigación efectivas y sustentables debiesen considerar el diagnóstico de los actores involucrados, basado en los intereses, saberes y necesidades de las mismas comunidades locales. Este proceso realizado con y desde la población llamado “mitigación popular”, es un proceso que buscaría transformar las condiciones de vida y las relaciones de producción que las determinan, reduciendo el riesgo con enfoque comunitario en un sector que es mayoritariamente autoconstruido, autogestionado y con una alta vulnerabilidad ante desastres socionaturales. Esta visión implica el desarrollo de procesos de participación ciudadana y depende de ciertos niveles de organización y conciencia social. Sus ejes centrales se basan tanto en las medidas de mitigación que aplaquen el riesgo generado por elementos vulnerables, como en el estudio del rol que poseen las organizaciones sociales, su realidad cotidiana y el conocimiento de las condiciones de vulnerabilidad de las comunidades frente a una amenaza natural y directamente frente a un desastre socionatural. Todo esto, con el objetivo de generar planes y/o programas que contribuyan al desarrollo ambiental, social, cultural, político y económico de las comunidades.
Así, planificación territorial y acción participativa de los ciudadanos, posibilitarían el equilibrio necesario para enfrentar una ciudad con crecimiento acelerado, ayudando a reducir la vulnerabilidad y aumentando su resiliencia. Medidas necesarias para un sector de la ciudad de Valparaíso cuya principal prioridad es acceder a condiciones de vida digna en pos del derecho a la ciudad y la justicia social.
De esto se desprende una gran pregunta por la posibilidad de enfrentar la problemática de los asentamientos informales más allá de una política de mejoras en la vivienda. Un enfrentamiento que sea posible desde el hábitat y desde una nueva forma de reflexionar y pensar el habitar en conjunto, concibiendo la ciudad como un producto de la construcción social, y atendiendo a la vulnerabilidad socio-urbana de sus habitantes, sus identidades particulares, saberes vinculados, capital social, y la consecuente inaccesibilidad a la vivienda de carácter formal. De esta postura es posible desprender las siguientes preguntas: ¿cómo pensar la ciudad como un ente integrado, resiliente y sostenible, capaz de resistir, adaptarse y recuperarse de los efectos de los fenómenos naturales? ¿Cómo repensar las políticas de prevención y reducción del riesgo con enfoque comunitario ante las amenazas socio-naturales, y los mecanismos para soluciones habitacionales y sociales post-desastre?, y ¿Cómo pensar la ciudad desde la mirada de las personas y las comunidades invisibilizadas, tomando en cuenta la identidad local y cultural de sus actores locales?